martes 24 de junio de 2025 - Edición Nº734

Nacionales | 14 mar 2025

celebró la represión

Milei respaldó la represión y demonizó a manifestantes: “Los buenos son los de azul”

El Presidente Javier Milei dejó claro su modelo autoritario: insultó a manifestantes, celebró la represión y prometió avanzar aún más contra quienes protestan


En un nuevo capítulo de un régimen cada vez más alejado del Estado de derecho, el presidente Javier Milei se despachó con declaraciones incendiarias en respaldo a la brutal represión ejercida por las fuerzas de seguridad durante la protesta del miércoles en el Congreso.

No solo elogió el accionar de su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sino que, lejos de cualquier intento de pacificación, redobló la apuesta con insultos, descalificaciones y un discurso maniqueo que reduce la realidad a una lucha entre “buenos” y “malos”.

Según su visión, los primeros visten uniforme azul y los segundos, como expresó sin filtro, son “hijos de puta” que deben ser castigados.

Un operativo de represión sin miramientos

La protesta que reunió a jubilados, hinchas de fútbol y sectores de izquierda, terminó con una represión indiscriminada en la que la Gendarmería disparó gases lacrimógenos y balas de goma sin miramientos.

Entre las víctimas, el reportero gráfico Pablo Grillo aún pelea por su vida en el Hospital Ramos Mejía tras recibir el impacto de un gas lacrimógeno en la cabeza. Una imagen que grafica con crudeza el precio que se paga en la Argentina de Milei por ejercer el derecho a manifestarse.

Pero al Presidente no le tembló la voz al justificar lo sucedido. Desde Expoagro, rodeado de su círculo más cercano, incluyendo a Bullrich, al diputado José Luis Espert y a su vocero Manuel Adorni, Milei dejó en claro su postura con palabras que no permiten margen a la interpretación:

“LOS BUENOS SON LOS DE AZUL, LOS HIJOS DE PUTA QUE ANDAN CON TRAPOS EN LA CARA Y QUEMAN AUTOS SON LOS MALOS Y TIENEN QUE IR PRESOS.”

La frase, de una crudeza inusitada, fortalece su desprecio por la protesta social, y además reduce cualquier expresión de descontento a un acto criminal, sin distinción entre quienes ejercen el derecho legítimo de protestar, aquellos que puedan haber cometido hechos de violencia aislados, y la clara infiltración de agentes de fuerzas de seguridad o servicios de inteligencia para deslegitimar la protesta.

De Gobierno a Régimen

Lejos de cualquier señal de moderación, Milei dejó en claro que su gobierno está dispuesto a redoblar la apuesta en términos de represión. En otro tramo de su discurso, sentenció con tono desafiante:

“SI ACELERÉ EN LAS CURVAS, AHORA VOY A HACERLO MUCHO MÁS.”

El mensaje es claro: la represión no solo no va a disminuir, sino que se intensificará. No es casual que, en el mismo acto, Bullrich compartiera una sonrisa cómplice con Espert y Adorni, en lo que parece un gesto de satisfacción por la línea dura adoptada.

El libertario también aprovechó el discurso para ridiculizar a quienes se oponen a su gestión y minimizar cualquier crítica a su accionar:

“CADA VEZ QUE VEAN A ALGUIEN PATALEANDO ES PORQUE LE CORTAMOS UN CURRO. VEAN LOS QUE PATALEAN Y AHÍ ES DONDE CAYÓ EL AJUSTE, SOBRE LOS QUE HAN ARRUINADO A LA ARGENTINA, Y NO VAMOS A PARAR.”

El desprecio por la protesta social queda en evidencia en cada una de sus palabras. Para Milei, quienes se manifiestan no son ciudadanos con derechos, sino “delincuentes” y “chorros” que buscan mantener privilegios.

¿Hacia un modelo autoritario?

El problema no es solo la violencia estatal legitimada desde la cúpula del poder, sino el mensaje que se baja desde la máxima autoridad del país.

Cuando un presidente insulta a los manifestantes, los demoniza y los equipara a criminales, está habilitando un discurso de odio que ya alcanzó consecuencias a las que antes se las anunciaba como “impredecibles”, pero que se volvieron realidad.

La política del látigo y la represión no construye consensos ni resuelve conflictos: solo los profundiza. Mientras Milei sonríe junto a Bullrich, Espert y Adorni, la Argentina retrocede peligrosamente hacia un modelo autoritario, donde la represión es libertad y la disidencia es un delito.

FUENTE: Infocielo

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